viernes, 13 de agosto de 2010

Balada del carro viejo.

Son diez pasajeros diez
viajando con acomodo
en una combi con garra
que no le teme a lo ignoto.
Quieren llegar a la fiesta
que venera a San Antonio.
Todos con risa y pendencia
armando gran alboroto.
Con esta combi llegamos
a cualquier punto remoto.
Espéranos, Pullo, dicen,
al pasar por Atocongo,
pero un poco más allá
el timón se les ha roto.
Con este tipo de fallas
qué será, ay, de nosotros.
Entonces el Chino Saúl
se para y les dice a todos:
somos diez, pero esta vez
me bajo y no me anoto,
pues el carro no se mueve.
Entonces quedaron nueve.

Nueve pasajeros nueve
van a Pullo a ver los toros,
pero el carro está fallando
y hay gran pesar en sus rostros;
entonces Sapam se baja,
despacio, haciéndose el loco:
Quiero viajar con ustedes,
pero esta vez los arrocho.
Entonces quedaron ocho.

Ocho pasajeros ocho
van a recoger recuerdos
dejados hace muy poco,
pero este carro no avanza
y hay que ir de cualquier modo.
Entonces Coco se baja
como pidiendo socorro:
Este carro no me aguanta,
como me aguantó un gran potro;
mejor me voy en volquete.
Entonces quedaron siete.

Siete pasajeros siete
viajan en feliz retorno,
pero apenas empezado
el carro sufre trastorno.
Entonces Juan Baygón dice:
A la libertad me acojo
y me desmarco esta vez.
Entonces quedaron seis.

Son seis pasajeros seis
como buscando un tesoro
van en viaje de aventura
al lugar que tanto añoro,
pero el carro tiene fallas
y no hay un taller con torno;
entonces Sergio les dice:
Quisiera ayudar con todo
con ganas y mucho ahinco,
pero debo ver mis toros.
Y salió dando un gran brinco.
Entonces quedaron cinco.

Cinco pasajeros cinco
con sus cervezas a bordo
quisieran llegar a Pullo
a compartir con los otros.
Ciro con mucho respeto
se despide con decoro:
Yo les dejo con gran pena,
pues de tiempo no dispongo:
me iré en mi cuatro por cuatro.
Entonces quedaron cuatro.

Cuatro pasajeros cuatro
van por lances amorosos,
en los labios mil sonrisas
y en el corazón, sollozos.
Pero Vitaco les dice:
Yo quiero llegar muy pronto
para no llegar después,
sino recibo un resondro
y me quedo con estrés.
Entonces quedaron tres.

Tres pasajeros tres
devotos de San Antonio
quieren llegar a su pueblo,
aquel lugar tan hermoso.
Javier no puede ponerle
a la ventana cerrojo
y el aire entra en su garganta
hasta que se pone ronco:
Lo siento, pero me voy
con la guitarra que toco,
si no perderé mi voz.
Entonces quedaron dos.

Son dos pasajeros dos
viendo un paisaje armonioso:
qué hermoso se pone el sol
en el mar esplendoroso.
Pero la espera se acaba
y hay que viajar, pese a todo.
Con mucho pesar me bajo,
pues haz de quedarte solo,
le dijo Luchín a Lucho,
y se fue a tomar las fotos.

Arreglando el carro viejo
Lucho se ha quedado solo,
pero pronto soluciona
la falla del timón roto;
entonces ruge la combi
como un Porsche o como un Volvo
y arranca como una fiera
sin necesidad de apoyo.
Sube cerros y montañas
haciendo el camino corto,
cruza ríos y quebradas
dejando los cercos rotos,
y en un rato ya está en Pullo
llegando antes que todos.
Dos cervezas, Héctor López,
y alpiste para mi potro,
quiero brindar por la fiesta
que nos hace tan devotos
y por mi carrito viejo
que supera todo escollo.
Luego al llegar los viajeros
ven la combi con asombro
y se sacan el sombrero
y dan un viva sonoro.
Luego saludan a Lucho
que ya olvidó el abandono
y celebran la odisea
con cervezas bien al polo.
Y todos se apuntan prestos
para el viaje de retorno.

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