viernes, 17 de julio de 2009

La fiesta de las "bellas" historias, y un aviso.

Era el año de la calabaza y del aire comprimido; el abuelo, en sus horas postreras, nos había arrancado la promesa de ir a la fiesta de San Antonio "así no hubiera capitanes", y así lo hicimos, y al llegar a Pullo contamos lo sucedido y los que nos escucharon se llenaron de emoción, por lo que entramos al pueblo entre cánticos de alegría y gozo.

El "Alba" nos complació con 2 danzantes de tijera, uno de la familia Rojas, cancheros en estos menesteres, y otro de la familia Quispe Medina, que maniobró hábilmente poniendo de Maizo a Ireneo Rojas, así que la competencia fue dura hasta el final de la fiesta. Habían Camaretas y bombardas y la gente se divertía; mientras, junto a la pileta, unas personas contaban una "bella historia" de amor a Pullo: "Habia una vez una hermosa nina llamada Dora Lucrecia que junto con sus padres salio de Pullo en busca de un mejor porvenir, ella crecio amando Pullo, gracias a que sus padres se lo inculcaron. Un dia su padre antes de morir le dijo: iras a Pullo y le pondras un toro a San Antonio de Padua, ella todavia no ha podido cumplir ese pedido, pero cuando escucho por la radio que todos eramos capitanes y teniamos el compromiso de colaborar para realizar nuestra fiesta, respondio al llamado y acudio con su colaboracion y nos conto esta bella historia... volvera a Pullo algun dia, porque aun falta cumplir el deseo de su padre." (ver Prog. de la fiesta del 2009.)

La chamiza no defraudó, hubo 19 montados, y un revolcón de por medio, el jinete que cayó al resbalar el caballo, apenas subiendo a Pusaspata, se incorporó rápidamente, puso el pellón sobre el caballo y continuó con su cabalgata. Y en la noche hubo fiesta y en una esquina de la plaza unas personas contaban otra "bella historia" de amor a Pullo:
"Había una vez en Pullo un niño robusto e inteligente, llamado Luis Crescencio (la gente cariñosamente le decía "Luchucha", o sea Luchito), que debido a las enormes deudas que acumuló su padre, tubo que emigrar a la ciudad capital. Este niño creció amando a su Pullo querido, gracias a que sus padres se lo inculcaron con celo cotidiano; incluso cada noche, antes de dormirse, exclamaba: Pullo Perla Peru, Pullo perla de Parinacochas. Sucedió que su padre antes de morir le hizo prometer que algun día pasara la capitanía de toros. El hecho es que este personaje, ahora dueño de tres puestos en Gamarra, escuchó por radio Exito, que no había capitanes para la fiesta de Pullo, así que movido por su amor a Pullo, se acercó a los miembros de la comisión y contó esta bella historia de amor a su pueblo haciendo una donación de 100 soles, conmoviendo a los presentes y arrancándoles lágrimas de emoción. Aun no ha vuelto a Pullo, pero algún día lo hará cumpliendo la promesa que le hiciera a su padre en su hora postrera."

Hubo una sola tarde de toros y nos trajo una novedad: Coco Cuadra, juez de la tarde; nadie lo supo hasta el comienzo de la corrida. Los de la Comisión de Ruedo fueron a recogerlo a su domicilio, pero el decidió ir a la plaza a pie (de modo que el volquete quedó estacionado en la puerta de su casa), y así, flanqueado por los serenos, no tubo oportunidad de tomarse fotos con las manolas como tradicionalmente lo hacía. Aplomado y aguantando, impasible, los puyasos que le mandaban algunos adversarios, llevó a buen termino la corrida; sus decisiones se enmarcaron dentro de la premisa de querer hacer fiesta. Es así que la Asociación de Ganaderos de Toros Cuneros, lo quiere de juez para el próximo año.


Esa noche nos divertimos en el teatro, y al salir, en la madrugada, alguien quizo contar otra "bella historia", pero lo interrumpió un borracho que cantaba lo que no era precisamente una bella historia:

Que bien me dijo mi madre
ya no tomes, hijo mío,
yo hijo desobediente
aqui estoy, sigo tomando,
aqui estoy, sigo chupando.

En resumen, una fiesta con poca gente, pero con mucha alegría y también buena asistencia de comerciantes. Y acá debo contar algo muy extraño que ocurrió una noche mientras la gente bailaba en la plaza de armas entre hurras a la alegría y "bellas historias" de amor a Pullo. Un loco se había trepado a la torre de la iglesia y desde ahí vociferaba con voz potente interrumpiendo nuestro jolgorio:


Es que no lo ven, o no quieren verlo?
Se nos va la fiesta de San Antonio;
entre risas y lágrimas se va,
a ritmo de pasodoble se va;
miren, que se va por ese camino,
como tantos que un día se marcharon
y no hallaron el camino de vuelta
y aun les esperamos y les lloramos.
La memoria se carga y se agudisa,
señal que viviremos de recuerdos;
lo que un día comenzó, un día acaba,
la alegría de vernos no es eterna;
miren que se nos muere nuestra fiesta
mientras sueñan complejos deportivos
o mantienen un vetusto local,
mientras cantan, bailan y se divierten,
mientras gritan: Qué viva San Antonio,
entre palabras pomposas y tontas,
alardes que cualquier viento se lleva...
Vanidad, di, ¿dónde está tu victoria?
Es que no lo ven, o no pueden verlo?
Tambien se murió la feria de Oscollo
y así también la feria de Incahuasi;
y qué fue de la gran feria de Chaipi?

Y aquí el loquito se quebró y fue ganado por el llanto:

Ay la gran feria de la Candelaria
refugio de cientos de comerciantes.
Qué pasó, virgencita del Rosario?
que nos queda de tu hermoso Santuario?
(Ya se va!, qué camino tomará?)

Al principio la gente le insultaba: agorero, ave de mal aguero, pero luego lo tomaron como algo pintoresco que formaba parte de la fiesta, entonces le gritaban: ven, loquito, y baila acá con nosotros, pero el loco continuó diciendo:

El baile es rebozo de vida plena
es risa que se expresa en movimiento;
Yo siempre bailo, haya o no haya música,
la alegría afinca en mi corazón.

Y el loco se puso a bailar, pese a que en esos momentos la banda había dejado de tocar. Entonces alguien alumbró con una potente linterna a la torre de la iglesia y con el polvo que habíamos levantado la luz parecía un puente que unía la torre con el pilón, y le dijo al orate: Loquito, bájate por esta luz y únete a nosotros en nuestra alegría, entonces pareció que el loquito iba a hacerlo, pues levantó una pierna, pero luego se retractó y retrocedió diciendo: Y si lo apagas mientras bajo? Seré loco, pero no zonzo. y luego continuó:

Ya se va! Qué camino tomará?
Quítenme los ojos para no verlo.
No quiero ver la fiesta en su agonía.
No me digan que ya surca aquel camino.
Si se va, ya más nunca volverá.

Y de pronto el loco habia desaparecido, quizá porque ya habíamos dejado de prestarle atención, así que seguimos festejando con muchos hurras por la fiesta.

Luis Márquez Prado.